Lo mío eran los atracones a última hora. Sentía que todo el día me portaba bien, hacía ayuno intermitente y por la noche… caos. En código EVA entendí que no era falta de fuerza de voluntad, sino una cuestión de glucosa y que además el ayuno intermitente no quiere decir no cenar, sino equilibrar comidas y horarios. Estoy muy agradecida porque he conseguido cenar sin sentirme culpable, duermo mejor y no me levanto buscando chocolate.