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Cuidado con la ira: No gestionarla puede darte ganas de COMER
gemmamonter.com
¿Alguna vez te has encontrado devorando algo después de un día estresante o una discusión? La ira reprimida muchas veces se cuela en la comida en forma de antojos incontrolables o atracones emocionales. En este post, te cuento cómo evitar que tu enfado acabe en la nevera, con 4 enfoques que van desde las Flores de Bach hasta la Neurobioconexión. Y sí, hay solución antes de que desaparezca media despensa.

Cuando el enojo no se expresa... se come. Pero hay soluciones (sin culpa).

Si alguna vez has terminado con la boca llena de galletas después de una discusión o has sentido una necesidad incontrolable de masticar algo tras un día de estrés… tranquila, no estás sola.

La ira es una emoción intensa que, cuando se reprime, busca otras formas de salir… y muchas veces elige la comida como vía de escape. Antojos repentinos, atracones emocionales o la necesidad de comer algo crujiente para liberar tensión.

Pero, ¿qué hay detrás de este mecanismo? ¿Y cómo podemos evitar que la rabia se traduzca en un atracón de patatas fritas?

Aquí te dejo 5 enfoques para entender (y frenar) el hambre emocional antes de que desaparezca media despensa:

1. Flores de Bach: Para que la ira no te haga vaciar la nevera

Las Flores de Bach trabajan a nivel emocional y pueden ayudarte a gestionar la rabia antes de que termine convertida en un croissant. Algunas esencias clave:

Holly → Para cuando sientes que el mundo es injusto y la Nutella parece la única solución.
Cherry Plum → Para evitar perder el control (y devorar todo lo que hay en la despensa).
Impatiens → Para que la impaciencia no te haga comer a la velocidad de la luz.

Cómo tomarlas:
Puedes tomarlas directamente: 2 gotas bajo la lengua, 4 veces al día.
O añadirlas a un vaso de agua e ir bebiéndolo a sorbitos.
Para una opción más práctica, prepara un gotero de 30cc con agua y unas gotas de vinagre de manzana para conservarlas. Añade 4 gotas de cada esencia y toma 4 gotas sublinguales de este preparado, 4 veces al día.

2. Nutrición Funcional y PNI: Lo que comes influye en cómo gestionas la ira

No todo es emocional: tu alimentación también impacta directamente en tu estado de ánimo y tu nivel de control sobre los antojos.

¿Sabías que la inflamación intestinal puede hacerte más irritable? Un intestino en desequilibrio altera la producción de serotonina (la hormona del bienestar) y te hace más propensa a la impulsividad.

Los picos de azúcar tampoco ayudan. Un subidón de glucosa seguido de una bajada drástica puede hacerte sentir más irritable y hambrienta, creando un ciclo interminable de antojos.

Tu microbiota también juega un papel clave. Si las bacterias intestinales no están equilibradas, pueden enviarte señales erróneas de hambre, generando más antojos de comida ultraprocesada.

Solución: Una dieta antiinflamatoria, rica en grasas saludables, proteínas de calidad y fibra, te ayudará a estabilizar el estado de ánimo y reducir la necesidad de comer por impulso.

3. Homeopatía: Equilibrando la ira sin que acabe en un atracón

La homeopatía puede ayudarte a desbloquear patrones emocionales y físicos. Algunas fórmulas clave:

Nux Vomica → Para quienes acumulan estrés y terminan devorando de noche como si no hubiera un mañana.
Staphysagria → Para los que reprimen la ira y luego la sueltan en modo “me lo como todo”.
Lachesis → Para cuando la rabia se siente en el pecho y necesitas comer para calmarla.

4. Neurobioconexión: Cuando Storm y Cuky discuten… y tú comes

Dos personajes internos pueden estar saboteándote:

Storm → La voz impulsiva que grita: “COME AHORA, YA, TODO, DA IGUAL”.
Cuky → La voz de la reflexión, pero si se pone intensa, te llenará de culpa por lo que comes.

Con técnicas de visualización, respiración diafragmática y conexión con el hambre real, puedes reprogramar estos patrones y evitar que tu nevera sufra las consecuencias de tu enojo.

5. Péndulo Hebreo: Diciéndole a tu energía que se relaje (y no pida dulces)

Esta herramienta trabaja la energía para:

✔ Detectar bloqueos en el plexo solar (el de la frustración y la necesidad de control).
✔ Liberar memorias emocionales atrapadas en el cuerpo.
✔ Reprogramar la energía del sistema digestivo para que dejes de ver el chocolate como un terapeuta.

Reflexión final: ¿Quién tiene el control?

Lo que comes no solo alimenta tu cuerpo… también moldea tu microbiota y, con ello, tus decisiones inconscientes.

La buena noticia: tienes el poder de reprogramar tu apetito desde adentro.
La mejor estrategia: enseñarle a tu microbiota quién manda en tu cocina.

Si quieres aprender a liberarte de los antojos sin fuerza de voluntad y recuperar tu energía desde la raíz, en SOMA trabajamos con Neurobioconexión para transformar tu relación con la comida. Descubre más aquí ⬇

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