25 años acompañando procesos con amor y conciencia

"No hay verdadera curación sin un cambio en la dirección de la vida, sin paz en el alma y sin un propósito claro"

EDWARD BACH

Durante mucho tiempo, no entendía qué me pasaba.

Desde fuera, todo parecía estar bien… pero por dentro, algo se había apagado.
Había días en los que levantarme de la cama era una hazaña. Sentía que había perdido el sentido, que nada me motivaba realmente, y que vivía desconectada de mí misma.

Fue una depresión silenciosa, profunda, que no gritaba… pero que lo decía todo.

Y fue ahí cuando empezó mi verdadero camino.

No fue inmediato. No fue lineal.

Pero fue real…

El día que dejé de huir de mí

No era ni fatiga ni debilidad. No era falta de motivación. Era mi alma pidiendo ayuda… y yo intentando silenciarla con exigencias, rutinas y falsas metas.
Ahí comenzó mi verdadero camino: el de recordar quién soy, qué vine a hacer, y qué parte de mí había olvidado.
Y todo cambió.

Miro por la ventana del tren.
Hace apenas unas horas paseaba por el elegante y vibrante Passeig de Gràcia de Barcelona.
Ahora, el paisaje ha cambiado: la petroquímica de Tarragona, con sus chimeneas humeantes, me da la bienvenida bajo un cielo gris, opaco, pesado.

Todo es frío. Todo me resulta ajeno.
Y por dentro… también me siento así: apagada, desconectada, atrapada en una vida que no me representa.

Ese fue uno de mis puntos de inflexión. El primero de muchos.
Y aunque en ese momento no lo sabía, mi alma ya estaba gritando por dentro.
No era tristeza. Era desalineación.
No era cansancio. Era un llamado.

Años después, entendí que lo que sentía no era solo emocional.
Mi cuerpo, mis síntomas, mis vacíos… eran mensajes sutiles de mi ser pidiendo un cambio profundo.
Un cambio que no vendría desde afuera.
Sino desde adentro.

Todavía puedo revivir con nitidez el momento en que llegué a ese nuevo trabajo.
Me veo allí, sentada en un escritorio que no siento mío, respirando un aire denso que oprime el pecho.
Rodeada de personas con las que no comparto lenguaje ni energía, y con una certeza que me atraviesa entera:
Esto no es para mí.
Esto no es lo que he venido a hacer.

Era el año 2001. Llevaba más de 20 años trabajando en el mundo de la informática cuando, en un intento “peculiar” de facilitar mi conciliación como madre primeriza, la empresa decidió trasladarme a una oficina… a más de 100 kilómetros de casa.

Ese primer día, volviendo en el tren, solo podía repetirme una pregunta:
“¿Y ahora qué?”

Sabía que no quería quedarme allí.
Pero también me asustaba soltar lo que conocía.
Soltar la estructura. Lo seguro. Lo esperado.

Ese cambio removió todo en mí.
Y no solo a nivel emocional… mi cuerpo empezó a gritar.

Insomnio. Digestiones lentas. Fatiga que no se iba ni durmiendo.
Y cada noche, a las 3 de la madrugada, ahí estaba yo:
Frente a la nevera, picoteando lo que fuera para calmar un vacío que no era físico, sino existencial.

Como si mi alma intentara llenarse de algo que no encontraba en ninguna parte.

Y como si eso no bastara, empecé a notar cómo mi cuerpo cambiaba.
La grasa se acumulaba en lugares donde nunca antes había estado.
Mi energía se apagaba.
Mi alegría también.

No entendía qué me estaba pasando.
Pero dentro de mí, una verdad empezaba a abrirse paso:
El problema no eran los antojos, ni el cansancio.
Era lo que había detrás. Era lo que no estaba mirando.

Ese fue el comienzo de mi peregrinación por todas las respuestas externas:
Dietas. Estrategias. Reglas. Control.
Nada funcionaba. Porque nadie hablaba del alma.

Ahí fue donde se desordenó todo:
Mi forma de comer. Mi forma de vivir. Mi forma de sostenerme.
Y cada nuevo síntoma me alejaba un poco más…
de la mujer que realmente era.

El cambio verdadero vino cuando comprendí que no era yo la que estaba rota
Era mi sistema nervioso el que vivía en modo supervivencia.
Un estado constante de alerta que afectaba a mi digestión, mi descanso, mis emociones… y a la forma en que mi cuerpo reaccionaba frente a la vida.

Ahí empecé a mirar dentro.
No con juicio, sino con compasión.

Y en lugar de seguir peleando con los síntomas, comencé a escuchar lo que querían mostrarme.
La biodescodificación me abrió las primeras puertas.
Entender que cada síntoma tenía un origen emocional —una historia, un conflicto, una lealtad— fue liberador.
Después llegaron las flores, el lenguaje del alma.
Y más adelante, el péndulo de Thot, que me ayudó a leer y liberar lo que no podía ver con los ojos… pero que mi cuerpo llevaba años sosteniendo.

Mi primer paso fue sencillo pero revolucionario:
Dejar de exigirme. Volver a dormir. Crear un ritmo más amable.
Y desde ahí, todo empezó a colocarse.

Hoy puedo decirlo desde un lugar de verdad profunda:
Sanar mi sistema energético y emocional cambió mi cuerpo, mi vitalidad y mi camino.
No para volver a quien era…
Sino para recordar quién soy en realidad.


Ese camino de sanación no solo me transformó…
Me devolvió a mi misión.

Y fue ahí, después de años integrando biodescodificación, flores y trabajo energético, cuando sentí el llamado a crear algo propio:
Un instrumento que reuniera todo lo que me había sostenido en el alma.

Así nació el Péndulo Ananda.
Un péndulo canalizado para trabajar específicamente con la memoria emocional del síntoma, los conflictos biológicos no resueltos,
y la frecuencia vibratoria de las esencias florales.

No es solo una herramienta.
Es un puente.
Entre el cuerpo y el alma.
Entre el síntoma y su origen.
Entre lo que duele… y lo que está listo para liberarse.

Hoy es el corazón de mi método y de todo lo que comparto.
Y si resuena contigo, probablemente no sea casualidad.

LO QUE HE APRENDIDO SOBRE LA FATIGA, LA ANSIEDAD Y UN CUERPO QUE YA NO SOSTIENE MÁS

Mi propia experiencia me llevó a comprender, desde dentro, lo que muchos maestros han repetido durante siglos:
La enfermedad no comienza en el cuerpo… sino en la desconexión.

Durante años viví los efectos de un sistema saturado: digestiones pesadas, insomnio, cansancio crónico, hambre emocional, nudos en el pecho… y una sensación constante de estar lejos de mí misma.
No era solo físico. Era profundo. Era energético.

Hasta que entendí que mi bienestar no dependía de más control ni de soluciones externas.
La verdadera transformación comenzó cuando decidí volver a mí.
A escuchar mi cuerpo como un mapa. A leer mis síntomas como un mensaje.
Y a sostener mi alma como prioridad.

Hipócrates decía que “las enfermedades no surgen de la nada, sino de pequeños pecados contra la naturaleza”.
Hoy, con otra mirada, puedo decir que esos “pecados” no son errores…

Son olvidos:
– Olvidar tu ritmo.
– Olvidar tu verdad.
– Olvidar que eres parte de un todo que pulsa con sabiduría.

Así nació mi método: la Neurobioconexión

Mi camino de sanación se volvió también mi camino de servicio.

Tras formarme durante más de dos décadas en naturopatía, homeopatía, terapia floral, psicología, biodescodificación, radiestesia y acompañamiento emocional, entendí que todo confluía en una misma dirección:
Volver a conectar lo que se había separado.
Cuerpo, emoción, energía, propósito.

Así nació la Neurobioconexión:
un enfoque que une el lenguaje del síntoma, la sabiduría de las flores y el poder vibracional del péndulo para ayudarte a recordar quién eres, qué necesitas y cómo liberar lo que te duele.

Trabajo con mujeres que saben, en lo profundo, que su cuerpo guarda una historia.
Y están listas para escucharla.

Mi misión es ayudarte escucharte con amor, entender tu biología como un espejo de tu alma y entregarte las herramientas para sanar desde dentro y para siempre.

Mi enfoque une Biodescodificación emocional, Terapia Floral y el Péndulo Ananda, para ayudarte a sanar desde dentro y recuperar tu equilibrio físico, emocional y energético.

Los 3 pilares de la Neurobioconexión

La Neurobioconexión se sostiene sobre tres pilares que trabajan en armonía para ayudarte a sanar desde dentro y volver a ti:

1. Gestión emocional
Herramientas profundas y naturales para reconocer, nombrar y liberar lo que sientes, sin reprimirlo ni juzgarlo.
Aprenderás a hablar el lenguaje de tu alma, a través de flores, símbolos y consciencia emocional.

2. Conexión mente-cuerpo
Meditaciones guiadas, respiración consciente y prácticas de reconexión corporal para activar tu nervio vago, mejorar tu descanso y restaurar el vínculo sagrado con tu cuerpo desde la presencia, la calma y el amor.

3. Biodescodificación con el Péndulo Ananda
Un sistema que he creado uniendo la biodescodificación y la radiestesia terapéutica,
donde el Péndulo Ananda nos guía para detectar y liberar bloqueos energéticos, memorias inconscientes y conflictos emocionales
que están afectando tu salud, tu energía y tu relación con la comida o el cuerpo.

Mi compromiso contigo es firme, Porque no has venido a esta vida para sobrevivir a base de cansancio, culpa o ansiedad.

¿Y si juntas le ponemos fin a ese ciclo que ya no te representa… y abrimos el portal hacia tu libertad emocional, energética y corporal?

Juntas, trabajaremos para que logres:

Mi objetivo no es darte respuestas mágicas. Es acompañarte a recordar las tuyas.
Las que ya habitan en tu cuerpo, en tu historia y en tu alma.

¿Lista para empezar?

Si estás cansada de caminos que te desconectan aún más de ti,
y anhelas un enfoque que honre tu cuerpo, tu energía y tu verdad…
quiero que sepas que el cambio es posible.
Y comienza con un solo paso:
Elegirte a ti.

Recibe las "Cartas de tu alma". Un camino de vuelta a ti. Desde el cuerpo. Desde la emoción. Desde el alma.

workshop gratuito

Libérate de los antojos.

Si estás cansada del picoteo constante, este workshop es para ti.
Durante 3 días te acompañaré con herramientas prácticas y meditaciones para que empieces a romper el ciclo de los antojos de forma natural, sin dietas ni restricciones.

Día 1: Meditación guida
Reconecta con tu cuerpo y aprende a escuchar lo que realmente necesita..

Día 2 y 3: Estrategias de Neurobioconexión
Descubre el origen emocional y biológico de tus antojos, y cómo liberarte de ellos sin esfuerzo ni culpa.

Empieza por aquí

Workshop para eliminar antojos de azúcar y salado sin dieta
Incluye acceso al Kit Antiantojos.
Con recetas diseñadas como “trampa-antojo” para ayudarte en esos momentos clave en los que sueles caer.

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(sin prisa, sin presión... y sin culpa).

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