Ejemplo mintha
Lo recomiendo.
Laura M.
Lo recomiendo.
Falta de constancia y planificación.
Podría asegurarte que el 85% del éxito en tu transformación depende de la planificación y la coherencia con la que implementas los cambios. Habrá desafíos en el camino, pero si tienes un plan sólido, lo superarás con claridad y confianza.
No contar con una guía y un sistema probado.
La información está en todas partes, pero lo que realmente marca la diferencia es un método estructurado que te lleve paso a paso, sin frustraciones ni confusión.
Pensar que con pequeñas acciones aisladas es suficiente.
Hacer ajustes puntuales está bien, pero SOMA va más allá: es una experiencia integral que combina biología, emociones y energía para que logres resultados reales y duraderos.
No confiar en tu propio proceso.
Si dudas de ti misma o de lo que eres capaz de lograr, te costará sostener la transformación. Aprender a conectar con tu cuerpo desde la Neurobioconexión es clave para ver y sentir cambios reales.
No tener un método claro que se sostenga en el tiempo.
Si no sabes qué pasos seguir, cómo sostener los cambios y cómo integrar hábitos sin que se conviertan en una carga, lo más probable es que vuelvas al punto de partida.
Intentar cambiar sin preparar el terreno.
Si saltas de un método a otro sin antes equilibrar tu energía y resetear tu sistema, tu cuerpo sigue en modo supervivencia y cualquier cambio se siente como una lucha constante.
No validar si el método es el adecuado para ti.
Es como probar un remedio sin saber si realmente es lo que tu cuerpo necesita. Si no hay una fase de ajuste y personalización, los cambios no se sostienen.
No entender lo que realmente necesita tu cuerpo.
A veces intentas seguir una dieta o rutina que en teoría “funciona”, pero no está alineada con tu biología ni con lo que realmente necesita tu sistema nervioso y digestivo.